Decisiones y emociones. La hipótesis del marcador somático
Frecuentemente escuchamos la expresión “cabeza fría” cuando se trata de tomar decisiones “adecuadas” o “importantes”, supuestamente para evitar riesgos o efectos colaterales indeseables. Paradójicamente, nada hay más lejos de la realidad que tomar decisiones con la cabeza fría. La intuición, ese “sexto sentido” del que disponemos pero que tanto desconocemos, es la que nos guía en la toma de decisiones adecuadas, impulsándonos hacia el camino que nos ofrecerá la solución más funcional y adaptada, según nuestra experiencia. Nuestro cerebro dispone de mecanismos por los cuales asocia las experiencias previas con las emociones que ha generado cada una de ellas. Gracias a eso, nuestro sistema nervioso es capaz de indicarnos “en caliente” qué debemos elegir para evitarnos incómodos problemas o afecciones anteriormente experimentados en circunstancias análogas.